Hasta el año 1909 el estado Zulia carecía de himno. El entonces presidente del estado Zulia José Ignacio Lares Baralt, el 29 de abril del 1909 promovió concursos para la letra y la música de la marcha estatal.
El 5 de julio de ese mismo año se dieron los veredictos y el ganador fue el poeta e intelectual Abdón Antero Pérez Machado; posteriormente, en una nueva competencia para hallar la música del Himno, fue declarado ganador el jurista y músico José Antonio Chávez.
El 15 de agosto del 1909 José Lares Baralt emitió un decreto mediante el cual se convirtieron en oficiales la letra y la música del Himno y se estableció el reglamento que rige su uso. Ese día el himno fue estrenado en el "Palacio de Los Cóndores".
Letra:
Coro IV
Sobre palmas y lauros de oro Y luego que la cólera
yergue el Zulia su limpio blasón; de tu justicia calmas,
y flamea en su plaustro sonoro va en pos de nuevas palmas
del progreso el radiante pendón. tu espíritu vivaz;
en aulas y areópagos
I cabildos y liceos,
La luz con que el relámpago te brinda sus trofeos
tenaz de Catatumbo, el numen de la paz:
del nauta fija el rumbo, y vese en blanca aureola
cual límpido farol; resplandecer tu faz.
el alba de los trópicos.
la hoguera que deslumbra V
cuando al zenit se encumbra En tu carroza aligera
la cuádriga del sol… que tiran diez corceles,
no emulan de tus glorias de acantos y laureles
el fúlgido arrebol. guirnaldas mil se ven.
Sobre palmas y lauros de oro Y luego que la cólera
yergue el Zulia su limpio blasón; de tu justicia calmas,
y flamea en su plaustro sonoro va en pos de nuevas palmas
del progreso el radiante pendón. tu espíritu vivaz;
en aulas y areópagos
I cabildos y liceos,
La luz con que el relámpago te brinda sus trofeos
tenaz de Catatumbo, el numen de la paz:
del nauta fija el rumbo, y vese en blanca aureola
cual límpido farol; resplandecer tu faz.
el alba de los trópicos.
la hoguera que deslumbra V
cuando al zenit se encumbra En tu carroza aligera
la cuádriga del sol… que tiran diez corceles,
no emulan de tus glorias de acantos y laureles
el fúlgido arrebol. guirnaldas mil se ven.
Allí del arte el símbolo,
II del Sabio la corona,
En la defensa olímpica de Temis y Pomona
de los nativos fueros, la espada y el lairén,
tus hijos sus acetros la enseña del trabajo
llevaron al confín; y el lábaro del bien.
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arrobo, VI
del Lago a Carabobo, Jamás, jamás los déspotas
del Ávila a Junín; o la invasión taimada,
y en Tarqui y Ayacucho la oliva por la espada
vibraron su clarín. te obliguen a trocar;
y sigas a la cúspide,
III triunfante como eres,
Erguido como Júpiter, rumores de talleres
la diestra en alto, ramada. oyendo sin cesar:
Fulgente la mirada de rabia y de rencor; en vez de los clarines
las veces que los sátrapas y el parche militar.
quisieron tu mancilla:
mirarte de rodillas
sin prez y sin honor…
cayó sobre sus frentes
tu rayo vengador.
II del Sabio la corona,
En la defensa olímpica de Temis y Pomona
de los nativos fueros, la espada y el lairén,
tus hijos sus acetros la enseña del trabajo
llevaron al confín; y el lábaro del bien.
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arrobo, VI
del Lago a Carabobo, Jamás, jamás los déspotas
del Ávila a Junín; o la invasión taimada,
y en Tarqui y Ayacucho la oliva por la espada
vibraron su clarín. te obliguen a trocar;
y sigas a la cúspide,
III triunfante como eres,
Erguido como Júpiter, rumores de talleres
la diestra en alto, ramada. oyendo sin cesar:
Fulgente la mirada de rabia y de rencor; en vez de los clarines
las veces que los sátrapas y el parche militar.
quisieron tu mancilla:
mirarte de rodillas
sin prez y sin honor…
cayó sobre sus frentes
tu rayo vengador.
Publicado por: Paúl Urribarri.
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